domingo, 3 de octubre de 2010

El vino valenciano se vende al precio de 1985


Los empresarios reclaman una reestructuración del sector y mejorar los canales de exportación y comercialización.



La producción de vino en la Comunitat Valenciana ha crecido un 23% en la campaña 2009/2010 respecto a la de 2008, hasta 2,8 millones de hectolitros. Las exportaciones de vino español se han disparado hasta el 16,6% en los siete primeros meses del año y la vendimia que acaba de comenzar, la de 2010/2011, ofrece una uva, en sus diferentes variedades, de alta calidad.
Los presidentes de las tres Denominaciones de Origen de la Comunitat Valenciana (Valencia, Utiel-Requena y Alicante) muestran una visión optimista del sector, pero las bodegas nos sumergen en la realidad.
Los precios del vino valenciano han retrocedido a los niveles de 1985 en el granel, uno de los principales productos autonómicos y la rentabilidad de las bodegas está por el suelo, porque en ese periodo de tiempo, el gasoil, los jornales... todo ha subido menos la materia prima, la uva.
La crisis para el sector se prolonga ya durante cuatro interminables años. Luis Miguel Latorre, gerente y enólogo de la empresa familiar Bodegas Latorre Agrovinícola, señala que a día de hoy «los precios de mercado están por los suelos, el agricultor no saca casi ni para pagar los gastos y nosotros, como bodega, tenemos 200 hectáreas y sabemos lo que cuesta producir un kilo de uva».
Su comentario se produce en plena campaña de vendimia, en los días clave, y para él, la conversación con el periodista casi es «un respiro» en la tensión cotidiana.
Latorre traslada el día a día de muchas bodegas valencianas. «Son muchos años acumulando precios bajos, sobre todo para los que nos centramos en el granel, pero es culpa de todos y entre todos tenemos que encontrar una salida».
En este debate se encuentran los empresarios del sector. Pablo Calatayud, ingeniero agrónomo y gerente de la Bodega Celler del Roure, recuerda que se ha llegado a este punto porque «el viñedo que ahora tenemos está diseñado por más de 20.000 viticultores socios de un centenar de bodegas cooperativas obligadas a satisfacer la demanda de media docena de grandes exportadores, con la inestimable ayuda de la Administración». En opinión de Calatayud, ya sea por la demanda, o por una mala planificación, «se ha apostado por producciones masivas» que han provocado la desaparición de variedades autóctonas y consecuentemente de vinos diferenciados «que es lo que ahora demandan los mercados».
Cosme Gutiérrez, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Valencia coincide con Calatayud en la necesidad de recuperar variedades autóctonas y de hecho recuerda que ya se ha avanzado en algunas zonas donde vuelve a crecer la verdil, la tintorera o la merseguera.
Gutiérrez no quiere caer en el derrotismo y ve el futuro con buenas perspectivas. «Hay que trabajar, trabajar y trabajar, encontrar ayudas a la comercialización y obtener un buen precio para nuestros caldos», señala. El presidente de la D.O. Valencia destaca que en la última campaña las ventas aumentaron un 3% en el mercado interior y un 5% en el exterior y con las nuevas acciones promocionales esperan alcanzar los 50 millones de botellas vendidas.
«La crisis ha provocado una caída del mercado interior pero la exportación se ha mantenido, el embotellado se defiende y el granel se resiente y para cambiar este rumbo nos deben conocer en el exterior», comenta Cosme Gutiérrez.
La Organización Común del Mercado (OCM) del vino representa una amenaza para el sector, ya que «prima las exportaciones a terceros países cuando a nosotros nos interesan las ayudas para llevar nuestros productos a Alemania o Reino Unido, propone el arranque de viñedos y el fin de las ayudas a la destilación», señalan.
Latorre, desde su bodega, lamenta que la OCM que se prepara, «otorgará ayudas al agricultor, que desde luego se las merece, pero desaparecen las de las empresas para destilación de crisis por excedentes, lo que provoca que en el mercado interior aparezcan entre seis y ocho millones de hectolitros en comercio libre y los precios caigan».
Este empresario valenciano encuentra otro obstáculo en su camino: la poca presencia de los vinos valencianos, ya sean de granel o de segmento medio-alto, en los mercados internacionales.
Luis Miguel Latorre afirma que «tenemos que mejorar la imagen y nuestro prestigio en el exterior, perder el miedo, porque tenemos calidad, buenos técnicos, buenas instalaciones y los mejores viñedos. Tenemos que dar a conocer todo esto y aprender a vendernos de verdad».
Opina de la misma forma Julián Mendoza, responsable de las Bodegas Mendoza de Alfaz del Pi, quien afirma que «los principales problemas a los que se enfrentan las bodegas valencianas es el pequeño peso específico que tienen en el exterior».
Desde Torre Oria, su director general, Javier Aguirre, ya ha comentado que «la crisis nos obliga a innovar, conservando siempre la impronta de calidad y a mejorar la producción de vino y cava con personalidad y a consolidar un avance cualitativo» para mejorar las redes de distribución, la apertura de nuevos mercados y el posicionamiento estratégico de la marca.
La estrategia es vital. El primer barómetro de los vinos españoles en EE UU, indica que en el caso de California, segundo estado que más consume vino importado español después de Nueva York, los vinos de la D.O. Valencia son los más conocidos, aunque a la hora de consumir los más demandados son Rioja (12%), Sherry (8%) y Valencia (7%). Falla la comercialización. Gutiérrez recordó que la Denominación de Origen Valencia ha puesto en marcha un plan de promoción de los vinos valencianos que se prolongará durante dos años y que se desarrollará en Nueva York, Florida, California, Chicago y Texas. De lo que nadie duda es que los vinos valencianos que se producen en los territorios que abarcan las denominaciones de origen son cada día más extraordinarios y reconocidos.
Muchos de ellos han sido alabados por la crítica más especializada y en certámenes y concursos celebrados por medio mundo. La prensa especializada reclama ahora vinos diversos y genuinos, con personalidad y tipicidad en cuya composición ganen presencia las variedades autóctonas. Aquí las tenemos. Sólo queda trabajar para colocar los caldos en los mercados. Lo más difícil.

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