domingo, 3 de octubre de 2010

Más vinos y menos mitos


Y DALE con los mitos, pero qué hago: la página de la semana pasada gustó mucho y varios lectores me compartieron sus dudas. En otros 5 minutos tumbemos más carreta.



Que el vino, siempre, entre más añejo, es mejor: dúdelo. Que es bueno para la salud y para bajar de peso: hay que ver. Que los rosados son exclusivos para mujeres: cuento flojo. Que si la copa tiene adornos, colores, incrustaciones, es mejor: carreta...

Hace 8 días propuse desmitificar el mundo del vino, sus colores y formatos, hasta el negocio y el servicio, entonces dije también que en restaurantes, cuando el mesero nos lleva la botella, es mentiras que haya que oler el corcho. Al contrario, invité a disfrutar sin cuentos ni chicanería.

¡Y el tema gustó! "Adoro derribar los mitos, 100 por ciento de acuerdo. En el mundo del vino no hay reglas, solo leyendas", me escribió por Twitter, desde Venezuela @Vanesommelier, a quien se sumó @elproximojuego: "Qué orgullo que en su artículo Juan Felipe menciona los vinos venezolanos como nuevos actores mundiales".

@antociano, caraqueño, se identificó con derrumbar el mito de oler el corcho y a cambio coleccionarlo y en una zona libre escribir la fecha y el sitio donde disfrutamos el contenido, mientras @andeswines desde Chile abrió el debate con su pregunta "dónde creen que nacen estos mitos: ¿de los consumidores, los sommelieres, los enólogos?".

En Medellín @conojocritico se sumó al intercambio y me hizo caer en la cuenta de un mito que estaba creando por cuenta de un descuido: una copa de vino contiene 7 calorías, así la doble ración diaria va en contravía de quienes aseguran que es bueno para bajar de peso.

Sí porque a la semana serían, para los hombres, 980 calorías y una libra de grasa se gana con 3.500. Ese es el dato real, ¡salud @conojocritico!, quien al cierre se apuntó a que el rosado también es para hombres y hasta recomendó el Cabernet Sauvignon blush.

La nota pegó y fue un gusto prolongar la conversación vía Twitter. Por eso hoy propongo otros mitos para tumbar, para que dejemos de ver la bebida como un lujo distante e inexplicable y tengamos más gusto en la copa y con las comidas.
» Contexto
Entre mitos y realidades

El corcho sintético o la tapa rosca son señales de que el vino es de baja calidad
¡Falso! El tapón de silicona y la tapa rosca lo único que tienen es que son aún nuevos en el mercado y están por dejarse descubrir por la mayoría de consumidores.

De resto, sus virtudes como sistema de sellamiento están probadas: el vino ni se derrama ni captura olores del exterior. Incluso, no hay destrucción por un mal manejo del sacacorchos.

Valga pensar que ningún enólogo sellaría su vino, por el que trabajó un año entero, con un sistema frágil, defectuoso, contaminante.

Si bien el corcho, proveniente del alcornoque y extendido en Portugal, es tradición y romanticismo, por costos ambientales y por dinero, su uso se está reservando para vinos de alto perfil.

El sintético y la tapa funcionan sin fallas en rosados, en blancos y en tintos jóvenes, es decir, que deben ser consumidos cerca del año de cosecha.

El vino va bien con carnes, sushi, postres, arroces... con casi todo, menos con tamal
Las ostras van muy bien con un espumante extraseco; el caldo de pescado queda al pelo con un blanco seco y ligero; pastas a la carbonara son una delicia con un Chardonnay; a la pizza ábrale un italiano económico; en asados saque un Cabernet Sauvignon.

Y hay más, porque el vino está hecho para la mesa: hamburguesa más Pinot Noir; cerdo y Syrah; pato y Cabernet Sauvignon; atún y Merlot; sushi y un rosado; comida china y Torrontés y tailandesa con Riesling, y un postre de chocolate saldrá bien con Oporto.

¿Y tamal? Los platos regionales no son indignos del vino. Uno y otro, también se pueden maridar: si el tamal es salado va bien un tinto joven ligero sin taninos: y si es algo dulzón, pruebe con Syrah o Malbec.

Solo se puede cultivar la vid para elaboración de vinos en las latitudes norte y sur
Entre los orígenes más famosos están, en el norte, Francia, España, Italia, Alemania, Portugal y California, cada una con sus diversas regiones; en la latitud sur destacan Argentina, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia, con algún esfuerzo todavía en demostración de calidad de Uruguay.

¿Y el resto del mundo? Inglaterra, por ejemplo, está muy arriba, aunque el cambio climático le da esperanzas.

Cada vez en un número mayor, países cercanos al trópico están ampliando el mapa de viñas y ofreciéndole opciones al mercado.

Más que de uvas, en vinos se habla de terruño: cómo una determinada región le aporta valores a la fruta, que la destaca sobre sus pares.

Los vinos de naranja o de manzana pueden competirles en gusto y aromas a los de uva
Me da pena con un amigo que está haciendo una bebida de mortiño, y que por demás le está yendo bien según los parámetros de calidad que se fijó, pero eso no es vino, y tampoco los que nos ofrecen de naranja, manzana, café, papa, remolacha... Son bebidas, quién lo niega, pero no son vinos.

Son espirituosas por su contenido alcohólico y como procedentes de la destilación de materias primas agrícolas.

El único vino es el que se elabora con uvas y de la variedad vitis vinífera, porque las conocidas como de mesa no deben ser utilizadas.

Chardonnay, Gewürztraminer, Pedro Ximénez, Pinot Grillo, Sauvignon blanc, Torrontés, Cabernet Sauvignon, Carmenere, Malbec, Merlot, Syrah, Tempranillo... esos sí son vinos.

Piña, manzana, pera, lima... a los vinos les agregan esencias aromáticas
Les conté que el vino solo es elaborado con uvas y el concepto se extiende a los aromas que le descubrimos cuando lo tenemos en la copa.

Que el Cabernet Sauvignon recuerda aromas a especies, frutas negras y café; que un Malbec puede despertar ideas de cuero; que los carmenere se asemejan en la nariz a pimentón verde, que un Sauvignon blanc se acerca a la piña y la guayaba, que un Chardonnay podría tener semejanzas aromáticas con el plátano... todo puede ser cierto, depende del nivel de olfato que tengamos.

Ahora, no es que los enólogos en su laboratorio agreguen polvitos especiales. Los aromas vienen de la uva, en su mayoría frutales, florales y vegetales (¡nunca un vino huele a uva!), o de la acción de las levaduras durante la fermentación o los que resultan del contacto con el roble en la guarda.

La calidad de un vino se mide en la botella: si la base tiene hendidura, es el mejor de todos
De todos los materiales empleados, como tetrapack y lata, el vidrio sigue siendo el favorito de enólogos y bodegas por inoloro, insaboro e incoloro, porque ofrece aislamiento, transparencia, resistencia, esterilización, estética, durabilidad y reciclaje.

Pero de ahí a que en la calidad de los vinos encontremos un diferenciador real en la botella, hay un mito gigante: que la de hombros trae mejor producto que la alargada, que los envasados en una Nabucodonosor, con capacidad para 15 litros, son superiores a los embotellados en la Melchor, de 18 litros... ¡Nada! Es cuento.

Es igual con la hendidura: solo es diseño, para ganar resistencia del material. Tampoco tiene función de decantador por una razón evidente: las botellas siempre deben ir acostadas, no apoyadas sobre la base.

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